Día 00 - 00 - 00


      No sé cómo se supone que debería empezar. No sé qué fecha poner, y no sé a quién escribir. Hoy, 11 de marzo del año más rápido entre los que he vivido (2018) he tomado siete años de mi vida y los he vuelto cuadritos. Página a página de cada uno de mis diarios los he convertido en papelillo.
Recuerdo que empecé a escribir mis días desde muy pequeña, cuando mi mamá me regaló el primer diario a los ocho años. Era de princesas, tenía un lazo rosado como método de seguridad, las páginas se dividían por colores según el mes; enero era rosado, y así iba cada uno hasta llegar a diciembre que era azul. El azul se había vuelto mi color favorito. 

      A pesar de ello, no logré conservar aquel diario, se debió haber perdido entre alguna de las tantas mudanzas que tuve. Así que el "primer" diario que conservé fue el que tenía el año 2011 en la página de inicio. Fue un cuaderno cualquiera en el que empecé a escribir, sin colores ni dibujos, pero yo le había dado vida. Había un comienzo, porque en el 2011 empezaban a pasarme muchas cosas, ya tenían origines del 2010 pero ese año lo escribí en mi computadora, en un programa (que no recuerdo el nombre) el cual podía tenerlo con clave. Escribí muchas cosas, pero la computadora fue formateada y ahí se fue ese año entero. Me dolió, e incluso intenté rememorarlo ¡jaja! obviamente no pude y empecé el siguiente en un cuaderno que podía llevar conmigo a donde fuera que me mudara (o eso creía yo). 

     Así que se fueron sumando 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017... 2018. Cada uno con su propio nombre, pero siempre con el mismo destinario. Era como que siempre supe a quién le escribía, de alguna manera era a alguien quien me leía con paciencia. Hoy siento que lo he matado.

     Seguramente sí hubiera podido conservar todos mis diarios si la mudanza fuera a un lugar en la misma ciudad. Incluso a otro estado del país, como había sido en las veces anteriores. Sin embargo, no esperaba que tuviera que dejar muchas cosas a demás de mis diarios, porque no caben en la maleta, porque no pueden viajar conmigo, porque no pueden ir a otro país y tampoco pueden quedarse a esperarme porque puede que no vuelva.

     Jamás hubiera pensando que me iría de mi país de esta manera, de niña siempre quise conocer otros lugares, pero teniendo un sólo hogar, teniendo un sitio establecido aquí en Venezuela. Y bueno, en realidad ahora que lo pienso, los años de mi vida no son lo más importante que estoy dejando aquí, si me pongo a pensar hay personas que me conforman mucho más de lo que lo hicieron aquellos años que fueron grabados en esas páginas a lápiz o a bolígrafo. A pesar de saber eso, me parece una falta de respeto comparar ambas perdidas porque ambas me complementan.

     No mentiré, muchas veces quise deshacerme de esos diarios, porque sentía que eran un peso muerto sobre mi espalda, mi memoria no era suficiente, estaba escrito ese pasado que a veces pesaba más que un saco de piedras. Intenté dejarlos en playa una vez, pero no pude. Había algo que me ataba a ellos, porque en algunas noches en las que no sabía qué hacer, leía alguno de ellos y me recordaba lo que pasaba en ese tiempo y me preguntaba "¿En serio esto te está afectando?" Puede que nunca escribí todo lo que me pasaba, siempre buscaba escribir cosas que sólo yo entendiera y cosas que no fueran tan importantes para mí (es algo raro ¿no? se supone que se hace lo contrario) pero no tenía privacidad. Estaba mi mamá que aunque lo intentaba respetarme, terminó leyendo mi diario en varias ocasiones buscando respuestas sobre mí - las cuales no encontró por lo que expliqué arriba - y más adelante estaba mi hermana mayor. Creo que está demás decirlo, pero solo me lleva dos años de edad, era casi imposible que respetara mi privacidad (aunque yo sí respeté la suya). en fin, uno conoce lo que tiene. Por eso manejaba a mis diarios como un tipo de mensajes ocultos; un día relatado, realmente me hablaba de un evento ocurrido el día anterior o el mismo día, nunca lo mencionaba, pero estaba ahí: yo lo veía. 

     No esperaba que este colapso ocurriera una vez los destruyera, es algo tan extraño que mis manos tiemblan al escribir, como si hubiera culpa sobre mí. veo la bolsa llena de papeles pequeños y se abre una oquedad en mi pecho. Mi sensación de soledad vienen por razones distintas, sí, pero igual se alinea con esta perdida. No sé a quién escribirle y por eso no le escribo a nadie y a todos a la vez. La verdad es simple, quiero gritar y llorar, lo gracioso es que no tengo a qué llorarle porque ya todo aquello no existe, así lo siento.

KA

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